El perdón puede servir, por un lado, al ofensor para liberarse de la culpa y, por otro lado, para que la persona que se siente decepcionada, ofendida, lastimada, se libere de posibles sentimientos de rencor. Este rencor surge ante el reconocimiento de que soy vulnerables y el miedo de que no soy tan fuerte como creía, porque alguien tuvo el poder de lastimarme.

Es pues la vulnerabilidad la que lleva a sentir que no soy capaz de perdonar, y hace que genere mecanismos de protección para que no reconozca en mí el sentimiento de vulnerabilidad a través de estas cuatro estrategias:

Atacando: Ante una situación en la que me siento lastimada mi creencia es que si yo no enfrento a mi agresor no me voy a sentir tan vulnerable, por esto pongo la situación en igual de condiciones para descansar, ataco y busco venganza; El
dolor para el otro, no es una forma de aliviar el dolor o hacer justicia.

Paralizar: Cuando recuerdo una parte de mi historia que me hicieron daño, pero no olvido, sigo anclado a mi pasado, no me desprendo de esa situación sin importar los años que pase recuerdo ese dolor, mi creencia es la incapacidad de gestionar el dolor y reconocer que fui vulnerable hace que sienta que no pueda seguir avanzando en ese aspecto de mi vida.